Su esposa “superó el Covid-19” y Jorge Ariza prometió que se flagelará “hasta que Dios le dé fuerzas”
Este viernes, vuelve la procesión de flagelantes a Santo Tomás.
En dos años de pandemia, muchas penitencias quedaron en suspenso en Santo Tomás, la tierra de los flagelantes.
En este 2022, tras dos años sin la procesión, regresa a esa población del oriente del Atlántico la vieja práctica rechazada por la Iglesia Católica pero que se mantiene por la creencia de los tomasinos y de quienes se castigan para “agradecer al creador” un favor recibido.
Don Jorge Emilio Ariza Bolaños es un pescador nacido en Santo Tomás hace 64 años. Entre 2002 y 2019 se flageló y creyó que no volvería al recorrido que inicia en la Calle de la Ciénaga. Con este serán 35 los años en que se ha flagelado, más de la mitad de su vida. Son tres las mandas pagadas: por su papá, por su esposa y por su nieta. Ahora la cuarta será otra vez por la madre de sus hijos.
Para 2020 no tenía pensado flagelarse pues ya había acabado de pagar una penitencia un año antes. Igual, por la pandemia, fue suspendida la romería en esa población, y también en 2021.
Hace exactamente un año, la esposa de Don Jorge, la señora Andrea Manjarrés, se contagió de Covid-19. Ella estuvo en peligro y en medio de la adversidad, él ofreció flagelarse. “El mismo Viernes Santo de 2021”, mientras ella se enfrentaba al coronavirus, él hizo la promesa que comienza a pagar este 2022.
“Ella se vio afectada y yo me encomendé al Señor de los Milagros. Y con tal de que saliera bien. Yo volvía a flagelarme otra vez de nuevo el siguiente año. Y esa manda la pedí el Viernes Santo del año pasado a las 12 del día", recordó.
¿Hasta cuándo?, le preguntamos. “Hasta que Dios me dé fuerzas, si los años que viene Dios me tiene con vida y con fuerzas, sigo” fue la respuesta del hombre de 64 años mientras observa los elementos que le acompañarán: una disciplina, un capirote (capucha para cubrir el rostro) y el pollerín.
Este humilde pescador quien en otros años se ha flagelado a mediodía en punto, para este 2022 cambió la rutina.
‘Yuca jorra’, como se le conoce a Jorge Ariza, partirá bien temprano este Viernes Santo desde el ‘Caño de las Palomas’ el punto de inicio de la procesión de más de 2 kilómetros, hasta llegar, después de pasar por las 7 estaciones, a la Cruz final.
La rutina cambiará este año porque el recorrido lo hará acompañado de su familia, pues todos, incluyendo varios menores, también resultaron contagiados de Covid-19. Al final de la procesión, Jorge tendrá en su espalda las 7 cortadas en forma de cruz que un ‘picador’ les habrá hecho con cuchillas.
Su esposa Andrea Manjarrés se declaró “agradecida con Dios y con él (su esposo). En la enfermedad estuve gravísima. Se desesperaron mis hijos y él también. Es un sacrificio que él está haciendo a la voluntad del señor. En pie nuevamente".
Recordó que sus hijos lloraron y fue cuando su cónyuge hizo la promesa.
Con él son 40 los flagelantes que este Viernes Santo vuelven a la calle de la Ciénaga de este caluroso pueblo. No todos son tomasinos, también llegan de poblaciones vecinas como Palmar de Varela y Sabanagrande, y hasta de ciudades capitales como Barranquilla y otras del interior del país.
“El vaso de la amargura” y el “Nazareno” serán otras penitencias que se pagarán este Viernes Santo en este municipio del oriente del Atlántico.